Mediaciones
18 septiembre 2014
He seguido con mucho interés y cierto regocijo, para qué negarlo :), el pequeño rifirrafe que ha provocado el Retrato del reseñista adolescente, artículo de Ana Garralón en Letras libres, en el que hacía una crítica del trabajo de los jóvenes booktubers.
El motivo de mi regocijo no era solo la “respuesta” de Begoña Oro, como siempre muy divertida, sino ver escenificado en tiempo real y en la pantalla de mi ordenador algo que estaba leyendo en otra pestaña más o menos a la vez: un informe muy serio y muy interesante que hace referencia a la globalización y a la digitalización como fuerzas que están transformando la cadena de valor de la industria del libro, desde la creación hasta la pura recepción de la obra (como, por cierto, también dijimos aquí en su momento). Y la mediación no iba a ser menos, por suerte.
Porque sí, porque aunque esto todavía chirríe a algunos, la mediación ha dejado de ser mediación (en singular) para convertirse en mediaciones (en plural). O quizá es que siempre fueron en plural y fuimos los observadores los que nos fijamos solo en la mayoritaria o en la más prestigiosa.
Pero sí. Ya no hay (solo) un número reducido y reconocido de críticos literarios que guían los gustos de los lectores y sancionan o no un título o un autor, sino un montón de lectores que quieren compartir sus opiniones y sus emociones al leer un determinado libro o autor con todo aquel que quiera escucharlos. Por suerte.
Ya no hay (solo) una forma “cabal” de hacer crítica o de reseñar un título, con referencias a la estructura, al estilo, la intertextualidad o el experimentalismo… sino muchas formas y estilos personales y para todos los gustos, unos más convencionales y otros más inusuales o “innovadores”. Por suerte.
Los niños y los jóvenes ya no leen (solo) lo que les prescribe el profesor en la escuela o lo que les recomiendan sus compañeros de clase, sino lo que les recomiendan otros chavales como ellos (o como ellos querrían ser) aunque vivan a miles de kilómetros de distancia. Por suerte.
Los lectores, niños y no tan niños, ya no elegimos nuestras lecturas (o no solo) en la mesa de novedades o tras una interesante charla con nuestro librero de confianza, sino que a menudo nos fiamos también de la recomendación que el algoritmo de la página web de turno nos hace basándose en otros libros que hemos leído y nos han gustado o en los que han gustado a lectores con gustos similares a los nuestros. Por suerte o por desgracia.
Y es que es un hecho: la literatura, en especial la juvenil, ya “no se puede considerar al margen del resto de la industria cultural, ni de sus contenidos ni de sus modelos de negocio” como dice Rüdiger Wischenbart, el autor de ese informe del que hablaba más arriba).
Por suerte, porque eso está creando un espacio para, entre todos, reinventar la lectura y la experiencia de la literatura. Porque si no lo hacemos nosotros, ya están ahí otros dispuestos a hacerlo. También por suerte, mal que nos pese.
Añadido posterior: Por su interés y pertinencia, pongo aquí el enlace a un interesantísimo reportaje que acaba de salir en literatura Sm. Para que, si no los conocéis, tengáis aquí el contacto de los booktubers más conocidos y seguidos. ¡Gracias Elena!
De un tiempo a esta parte, personalmente, vengo notando que se hace más evidente una gran incongruencia en el sector editorial: se quiere prosperar y llegar a la masa para salvar las ventas de libros, pero, al mismo tiempo, la masa es despreciada por ser poco culta, por querer lo comercial, por su falta de gusto o criterio, por su falta de interés…
Y no está bien atacar a quien nos da de comer, la verdad.
Genial la respuesta de La Oro. Genial artículo aquí mismo. Pero, ¿de verdad ha estado en algún momento la literatura juvenil al margen del resto de la industria cultural? ¿En nuestro(s) siglo(s)?
Un abrazo.
Genial como siempre, Elsa. Y totalmente de acuerdo. Tenía interés en el informe pero el link esta roto. Un besazo enorme
¡Vaya, lo siento! Te lo mando aquí y lo arreglo en el texto. 🙂
http://www.dosdoce.com/articulo/estudios/3916/tendencias-globales-en-el-sector-editorial-2014/