Transgredir ¿para qué?

20 diciembre 2011

Que las palabras, aunque el diccionario se empeñe, no tienen el mismo significado para las diferentes personas, ya lo planteó magistralmente Milan Kundera en su Diccionario de palabras incomprendidas (en La insoportable levedad del ser). Y es que las palabras se tiñen de significados y vivencias personales, de connotaciones propias, de experiencias intransferibles… y también de significados construidos socialmente.

A veces, en una conversación, algo hace saltar la conciencia de que para la otra persona determinada palabra no significa exactamente lo mismo que para ti. Hay muchos ejemplos, pero últimamente no dejo de encontrarme con esa diferencia de significados en una de mis palabras favoritas para aplicar a la LIJ: transgresión.

Según el diccionario CLAVE, transgresión es “la violación de un precepto, de una ley o de un estatuto”. Según otros diccionarios, “actuar en contra de una ley, norma o costumbre”. Está claro que, cuando alguien reclama una LIJ transgresora, no está pensando en una LIJ que infrinja el Código Civil, sino en una literatura que desafíe lo establecido, ya sea en su contenido, en su estructura, en la mirada que ofrece el autor… o en el propio lenguaje. Y aquí es donde surge la diferencia de significado. ¿Es transgresora una novela infantil porque utiliza palabras como caca o culo? ¿Es transgresora una novela juvenil que reproduce la forma coloquial de hablar de un joven de hoy en día, con sus tacos, sus expresiones y muletillas? ¿Es transgresora una novela porque incluye escenas explícitas de sexo o de violencia? ¿Es transgresora una novela solo por ser lo que se ha dado en llamar “políticamente incorrecta”?

¿Por qué o cuándo es positiva la transgresión? ¿Qué significado subjetivo de “transgredir” es el que puede aportar algo más allá de conseguir escandalizar un poco a alguna mente bienpensante (y a estas alturas, tampoco tanto)?

Quizá ayude acudir a la etimología: transgredir, de trans (a través de) y gredi (ir). O sea, ir más allá de las normas, más allá de lo socialmente aceptado, más allá de lo convencional. Pero, ¿cuánto más allá? Una opción es conformarnos con decir, vale, transgredamos, vayamos más allá de las normas de buena educación que la sociedad nos ha inculcado: incluyamos tacos en las novelas, escribamos caca, culo, pedo, pis, demos espacio a lo políticamente incorrecto. ¿Suficiente? ¿Sentimos que ya somos transgresores? ¿Nos sentimos bien por ello y nos quedamos satisfechos?

¿O podemos ir todavía un poco más allá y tratamos de que nuestra transgresión sea un poco más profunda y motivada? Transgredamos, pero superando la actitud pueril del peque que se ríe cuando lee la palabra culo, la del adolescente encantado consigo mismo porque sus palabras o sus actos escandalizan a las viejitas que le observan desde un banco, superando el alboroto del que se ruboriza ante una escena de sexo. Hagamos una transgresión que merezca la pena.

Una transgresión que saque a la luz aquello que preferimos dejar oculto por pudor mal entendido, por pura perpetuación de temores o por simple conveniencia. Una transgresión que permita rebatir y redefinir los modelos de éxito que ofrecemos al niño y al joven. Una transgresión que espolee el inconformismo ante las injusticias estructurales que tan cómodamente consideramos inevitables. Una transgresión que subvierta las relaciones de poder que aceptamos sin plantearnos. Una transgresión que cuestione la realidad tal como la conocemos e incite a cambiarla.

Porque si no, igual la transgresión no merece la pena.

12 respuestas to “Transgredir ¿para qué?”

  1. Mara Oliver said

    Bueno, queda poco que añadir, pero lo intentaré…
    En clase con los chavales me gusta hablarles de El Chojin que es un gran cantante de hip-hop y que no utiliza «tacos» en sus canciones, porque no es necesario, tiene fuerza jugando con el lenguaje cuando lo fácil sería copiar la calle. Intento mostrarles que las palabras se desgastan con el uso y que si pido una redacción sólo de 300 es porque quiero que seleccionen cada palabra que van a usar y donde la van a poner y también les pido que metan un taco, sólo 1.
    Es sorprendente lo bien que funciona este ejercicio que se me ocurrió durante una guardia tediosa 😉

    Pero a pesar de lo que he dicho, me sigue pareciendo que transgredir no es ni escribir con tacos, ni ser explícitamente sexuales, ni políticamente reivindicativos; para mí es ir más allá de lo que se espera y en el caso de mi profesión, de lo que los chavales esperan aprender y cómo…
    Por analogía, supongo que para mí transgredir es transmitir sin límite, provocar respuesta activa, disfrutar y hacer que los demás disfruten (y de paso aprenden), por eso mis compañeros me llaman transgresora… y algunos cosas peores 😉

    Un saludo y perdón por el ladrillo, siempre me emociono porque tú me lo transmites Elsa 😛
    Ah… y feliz navidad a tod@s! jejeje

  2. Guillermo G. Lapresa said

    En todo caso, transgredir es algo normalmente reservado a las épocas de comodidad.

    • elsaaguiar said

      Y absolutamente imprescindible en momentos de transformación como el actual. ¡Bienvenido! 🙂

      • Guillermo G. Lapresa said

        Gracias 🙂

        Hablaba de que, en épocas de crisis, la gente está más preocupada por sobrevivir que por cambiar cosas. Tendremos que esperar a otra burbuja como la de los 90, o bien tocar madera para que alguien escriba y edite una novela transgresora que también represente un buen negocio. Así, todos contentos.

      • elsaaguiar said

        Para mí la LIJ es formación de personas antes que negocio. Y si es negocio es para poder seguir formando personas. Dado que las personas que leen la LIJ no son las que están contribuyendo al producto interior bruto ahora, sino las que lo harán dentro de unas décadas, cuando el mundo sea distinto de como es ahora en quién sabe cuántas cosas, invertir en transgresión (de la buena) es no solo necesario, sino urgente, en esta y en cualquier otra coyuntura 🙂

  3. Gonzalo. said

    Creo que la única trasngresión que realmente merece la pena es la literaria. Romper el esqueleto tópico y casi canónico de una literatura plana y previsible para jóvenes, buscar nuevas formas, nuevos estilos, nuevos ángulos de visión. Y en lo profundo, dejar de creer que lo único que interesa a los jóvenes es su despertar hormonal, su rebeldía y su inconformismo. Hay un infinito dentro del mundo de un adolescente, y no todo está ocupado por las estrellas: materia oscura, energía oscura, por usar términos astrofísicos. Todas las supuestas transgresiones del pedo culo caca pis están ya trasngredidas una y mil veces, la mayoría con resultados patéticos, que sonrojan a los propios jóvenes por previsibles y manidas.

  4. Gonzalo. said

    Perdón, se me» trnasgredió» el diccionario (o el «qwerty») en dos ocasiones: copiaré cien veces: transgredir, transgresión…

  5. Paula said

    Absolutamente de acuerdo con cada palabra. Inevitable acordarme del libro de ensayos de A. Lurie: «No se lo digas a los mayores. Literatura infantil: espacio subversivo», que fue lo que me abrió los ojos a esta cuestión. Cuánto poder tiene el arte (en especial, la literatura) para subvertir esquemas, para reconocer paradigmas (primer paso necesario para afrontar cambios), para despertar miradas críticas, honestas, inteligentes… Y cuánta falta hace poner todas las facilidades para que esas obras, que existen, lleguen a todo aquél que pueda disfrutarlas… Y cuánto más delicado (y apasionante) es todo esto en el universo LIJero…

  6. Anna D. said

    ¿Debemos sospechar que el Barco/Gran Angular será transgresor? ¿Estás contenta con el fallo del concurso?

  7. Nano said

    Muy de acuerdo con el último párrafo, Elsa.
    Ir más allá siempre es bueno, y amplia horizontes. Sin embargo todos queremos quedarnos en el más aca de lo conocido, establecido, de lo que nos da seguridad física o psicológica, editoral o empresarial.

    A todos nos cuesta que pongan en custionamiento nuestras ideas establecidas, nuestros esquemas preconcebidos, los filtros con los que miramos la realidad, y que siempre la distorsionan.

    Y los adolescentes, en el caso de la LJ, son expertos en transgredir.
    Gracias por hacernos pensar.

  8. ikima said

    Precisamente el otro día, leyendo «Ana Karenina» pensé que si era una obra maestra es por una transgresión psicológica de los personajes. Por ejemplo, cuando Ana vuelve de Moscú desde San Petersburgo está deseando ver a su hijo y, al verlo, se da cuenta de que le decepciona un poco, de que durante los días que ha estado lejos de él le ha idealizado. A mí me impresionó esta descripción, es probable que a todos nos pasen cosas semejantes pero que no seamos capaces de admitirlo ni en nuestro fuero interno. Resulta turbador.

  9. Rusta said

    Poco más se puede añadir al tema, estoy completamente de acuerdo con lo que expones. Yo creo que solo he usado la palabra transgresor -dentro de novelas actuales- para referirme a «Nada», de Janne Teller. Creo sinceramente que quienes creen que la transgresión es reproducir insultos y hablar de sexo sin tapujos han leído poco, porque novelas juveniles así ya existen desde hace tiempo.

    Por otro lado, al leerte también he pensado que con este tema hay un poco de contradicción: se piden novelas transgresoras, pero al mismo tiempo se alaban las que son más de lo mismo y no aportan nada al lector. Es fácil culpar a las editoriales por publicar «basura», aunque si hay una avalancha de un determinado tipo de libro también es porque los lectores lo piden, creo yo, al menos en parte. No sé si el problema es que no se entiende el concepto o que no se es del todo consecuente con lo que se dice.

    En fin, yo me quedo con las novelas que me aportan algo, sean transgresoras o no, aunque libros que hablen de lo que has comentado en el último párrafo siempre serán bienvenidos.

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