En busca de una LIJ de nueva generación

8 diciembre 2013

Hace tiempo que voy acumulando elementos en una lista que se podría titular “temas actuales que echo de menos en los libros de LIJ”. Temas en los que una literatura que pretende ser formativa (en el más amplio sentido de la palabra) y comprometida con el individuo y con la sociedad, tendría algo que decir.

Por supuesto, no estoy hablando de que tenga que haber libros enteros que traten sobre cada uno de esos temas en exclusiva (que también podría ser), pero sí echo de menos manuscritos que toquen, aunque no necesariamente en primera línea, algunas realidades que conforman el hoy de niños y jóvenes. ¿Por qué?

Porque son temas de gran interés en el presente, sí, pero también porque van a configurar en gran medida el futuro en el que vivirán y serán adultos los niños para los que hoy escribimos y publicamos. 

Se trata, en definitiva, de actualizar los valores, tanto en el sentido de incluirlos en historias que llamen a la acción en situaciones presentes como en el sentido de que hoy en día ciertos valores se han vuelto más urgentes.

Así que, para empezar, ahí va una primera lista que tiene que ver con reflejar la actual coyuntura social, económica y política:

  1. La lucha por nuevas hegemonías de pensamiento. Por ejemplo: cómo la PAH ha conseguido que un desahucio pase de ser percibido socialmente como una tragedia privada e inevitable, a algo inadmisible.
  2. Las nuevas formas de activismo y participación ciudadana, desde el 15M a polémicas como el de Change.org versus la crítica al ciberfetichismo: muchos jóvenes quieren cambiar el mundo, pero ¿van a poder hacerlo a base de clics?
  3. La globalización: lo que pasa al otro lado del mundo nos afecta. Tanto a nivel macro (el actual proceso de devaluación interna en España es una de las consecuencias del programa de globalización económica) como a nivel micro (tu mejor amigo, el que te entiende como nadie, puede estar en otro continente).
  4. El activismo consumidor: cambiar el mundo desde tu posición de consumo. Si hace cincuenta años una forma de ejercer el poder era dejar de trabajar, ahora puedes hacerlo dejando de comprar. Quien compra un buen balón de reglamento por seis euros ¿en qué cadena de actos está estampando su firma final?
  5. La virtualización de la economía: el niño que hace unos años cosía zapatillas en Vietnam para dar de comer a su familia, ahora puede estar pasando horas en un juego de rol multijugador ganando puntos de experiencia u obteniendo premios virtuales para alguien que le paga por ello.
  6. La generación Einstein: cómo son las mentes criadas por videojuegos. ¿Con una atención más fragmentada? ¿más desensibilizados ante cierto tipo de violencia? ¿más capaces de mezclar trabajo y placer? ¿mejor acostumbrados a trabajar en equipo y a distancia…?
  7. Los prosumers: consumidores que generan contenido, el chaval como autor. Autores de fanfics y escritores, autores desintermediados a pequeña y a muy gran escala…
  8. La economía de la atención y la democratización de su explotación: vivir de ser  youtuber o de subir vídeos y tutoriales a internet: fenómenos como “Hola soy Germán”, Jotapelirrojo, Mr. Chunkybuddy… jóvenes que construyen un formato y una audiencia y que viven de ello sin intervención alguna de los “profesionales de los medios” …
  9. Nuevas formas de aprendizaje y de educación: el “homeschooling”, la educación autodirigida,  la “punk education”, aprender con tutoriales… En un mundo donde, como prescribía Sócrates, “educar no es llenar un recipiente, sino prender una llama”, Internet es estopa…

Y como inevitablemente nos estamos deslizando ya, quizá es momento de abrir aquí una segunda lista, la que recoge aquellos temas que tienen que ver con reflejar el papel de las TIC en la vida de las personas y en concreto, en la de niños y jóvenes y que podría incluir, además de algunas ya recogidas en la lista anterior, cosas como:

  1. La construcción de la identidad en la red, la gestión de impresiones, la posibilidad de tener identidades múltiples con componentes diversos e incluso contradictorios…
  2. El solapamiento y la contradicción de los círculos sociales en el espacio tangible y en el espacio digital: ¿líder en la red, marginado en el patio?
  3. La gamification como herramienta de control de comportamientos y hábitos, con sus corolarios utópicos y distópicos.
  4. Crowdfunding: juntar dinero de muchos pequeños “inversores” para hacer grandes cosas. Como Riot Cinema con “El Cosmonauta”.
  5. Crowdsourcing: hacer algo grande entre muchos. ¿Cómo? Gente aprendiendo idiomas a la vez que ayuda a traducir páginas web, personas descubriendo exoplanetas por diversión o contribuyendo con su trabajo a investigaciones científicas…

¿Existen esos manuscritos? O mejor aún, ¿existen escritores capaces de escribirlos?

Así que hoy os pido ayuda. Tres ayudas:

La primera, para completar estas listas u otras similares. ¿Qué temas echamos de menos como lectores, como ciudadanos, como padres, como profesores, como editores…?

La segunda, para localizar esos manuscritos y sacarlos a la luz. Cuanto antes.

Y la tercera, para movilizar a los escritores, consagrados o noveles, profesionales o amateurs, apocalípticos o integrados, de modo que aprovechen estos silencios clamorosos de la LIJ como combustible creativo.

Estoy convencida de que entre los chavales de esta generación hay una enorme demanda latente de libros que aborden estos temas. ¿Es que vamos a esperar a que se hagan mayores y se los escriban ellos mismos?

22 respuestas to “En busca de una LIJ de nueva generación”

  1. Paula R.D said

    Es sin duda un área bastante inexplorada dentro de la LIJ, y por cierto que sería interesante leer obras escritas desde estos temas. Sin embargo, personalmente no siento que su escritura sea un asunto urgente, ni aun necesario. Al menos en mí no lo es, como autora.

    Yo soy una de las personas que se formó en una generación en la que numerosos medios digitales empezaron a cobrar progresiva fuerza en su capacidad para modificar el mundo y la forma de relacionarnos. Leía videojuegos de la misma forma en la que leía libros, y aún lo hago. Participo en colectivos literarios y de fomento lector que se proveen de las posibilidades de redes sociales para motivar al público interesado.

    Pero, a pesar de esto, no me nace escribir de estos temas. Creo que es porque, finalmente, todos estos aspectos son sólo medios que me han llevado por diversas vías a enfrentarme o reencontrarme con los grandes temas de la humanidad, que considero más o menos los mismos a pesar de las naturales diferencias temporales o socioculturales, entre otras: la soledad, la muerte, la familia, etc.

    ¿Cómo es mi mente, que fue efectivamente criada por videojuegos? Pues con un gran interés por todo tipo de historias, sobre todo aquellas que realmente me afectan como persona y que suelen ser las que abordan el potencial creador y redentor de la imaginación para asignarle sentido a nuestra existencia, la creación de mundos distintos al nuestro y que sin embargo, en su experiencia, son capaces de regresarnos a nuestra realidad con otra mirada, o incluso el valor de la esperanza en una sociedad como esta, que se refocila en la decadencia. Esas son las historias que hallo en mis videojuegos favoritos y que han influenciado mis propias historias.

    Centrándome en la temática del artículo, considero que tomar los puntos mencionados como inspiración puede ser una buena propuesta narrativa, pero que no necesariamente por ello resultarán mejores o más significativas para niños o jóvenes. Incluso, temo que puedan elegirse sólo a causa de su escasez en la producción LIJ actual y del eventual potencial comercial que pudieran tener, o bien, por la vistosidad de sus temas, de manera similar a como sucede con obras que tratan temas de género, raciales o políticos, tan en boga hoy en día al margen de su valor estético.

    Preferiría que quien escribiera estas obras no lo hiciera «desde fuera», sólo para llenar un vacío editorial o una necesidad quizá malinterpretada en nuestra juventud. Si fuera uno de estos propios chicos quien, al crecer, decidiera escribir una obra así, me parecería estupendo. Pero yo al menos, que me considero «adentro» en lo esencial de estos cambios de paradigma, no tengo interés alguno ni en leer ni en escribir historias de este tipo. Y me atrevería a decir que no soy la única.

    Como siempre, importará ante todo la calidad de una historia y su capacidad de conectar con un lector, en este caso infantil o juvenil (y adulto también, por qué no). Y creo que eso se puede lograr perfectamente con una novela que hable de una sociedad prehistórica o perteneciente a un mundo fantástico, por ejemplo, y quizá de manera superficial con alguna que se base en estos puntos y que no sea capaz de entregar una historia sincera.

    Yo diría, como lectora y autora que aún puede considerarse joven, menos artificio y más corazón. Porque estoy convencida de que los adolescentes siguen sintiéndose tan solos e incomprendidos en las calles de la Inglaterra victoriana como en las del Santiago de Chile de 2013.

    Es bueno ver que este blog sigue actualizándose.

    Saludos.

    • elsaaguiar said

      Muy interesante tu punto de vista, Paula. Me resulta atractivo que tengas la conciencia de que parte de tu formación sentimental te la han dado los videojuegos, porque justamente por ahí va la idea de la entrada: en el mundo en que vivimos las cosas son como tú las describes, y tarde o temprano esa realidad empezará a visibilizarse en los libros de LIJ y en los de adultos. Por supuesto, sin que eso implique que se deje de ambientar una historia en la Edad Media o en un futuro más o menos cercano.
      Al final, para escribir sobre un tema como, por ejemplo “para que el mal triunfe solo hace falta que las buenas personas no hagan nada” no hace falta ni un escenario ni unos personajes concretos. Y aquellos que no tienen el impulso de escribir sobre los temas de la lista, bien pueden no hacerlo, por supuesto.
      En todo caso, leyendo tu comentario también parece intuirse cierta posición hacia un debate muy interesante que va más allá del tema de esta entrada en particular: si es o no “auténtico” o sencillamente interesante un modelo de relación editor-autor en el cual la voz del editor se escuche no solo después de que el escritor escriba, sino también antes. Hay autores contrarios a este modelo: prefieren escribir sin pistas, sin estímulos, sin consignas, sin fórmulas… como quieras llamarlo, y solo después de que el manuscrito está terminado, esperan el cada vez menos relevante veredicto “publicable/no publicable”. Es una postura muy común y muy respetable. Por mi parte, soy partidaria y practicante de un modelo de relación en el que el editor también participa en la concepción de la obra. Un modelo que es aceptado e incluso agradecido por algunos autores, y que no le quita autenticidad, grandeza o corazón a la obra literaria… solo le añade un poco de trabajo en equipo (como el que domina en la elaboración de la narrativa de videojuegos, por cierto, en la cual la cooperación e incluso tensión creativa entre los guionistas/”game designers” y los jefes de proyecto/”producers” está a la orden del día excepto en los proyectos más “indies”, sin merma alguna de veracidad o capacidad de emocionar, como tú misma has experimentado).

      • Paula R.D said

        ¡Gracias por la respuesta, Elsa!

        Respecto al tema al que te refieres, en todo caso, debo confesar que lamentablemente no he tenido buenas experiencias al respecto. Sólo he conocido a un editor que podría llevar a cabo un proceso compartido de edición y revisión de una obra junto al autor, y aún no logro trabajar con él, al menos no con una historia que esté todavía escribiendo. Ahora que estoy conociendo poco a poco el mundo editorial de mi país, desde distintos frentes, estoy descubriendo que en realidad no hay una visión muy clara sobre el rol del editor, y que éste muchas veces tiene una labor superficial al momento de enfrentarse a una obra, cuando no se ve derechamente restringido a las imposiciones de la propia editorial, cuando ésta es más bien grande.

        Sin ir más lejos, en mi primera obra publicada formalmente, me encontré con que la editorial en cuestión… ¡no tenía editor! Así que tuve que recurrir a un profesional externo que antes había editado mis textos. Por temas de dinero asignados desde el gobierno, no podía echarme atrás con el proyecto, pero la situación me pareció insólita y vergonzosa. Sobre las otras circunstancias, he oído de editores que se han visto obligados prácticamente a censurar aspectos controversiales en LIJ sólo para que la obra pueda ser publicada por determinada transancional con concepciones bastante limitadas de lo que podría significar una estética en esta área. Eso no me parece bien. Estamos claros que se trata de un negocio, sobre todo en lo que respecta a planes lectores, pero incluso desde una mirada mercantil creo que a largo plazo sería mucho más efectivo entregar obras desafiantes y/o entretenidas antes que esas mojigaterías trufadas de valores o didactismo, o planfletos que hablen de los típicos temas políticamente correctos, como la tolerancia.

        Sin duda me gustaría poder tener una experiencia enriquecedora con un editor competente que además no se vea restringido por el filtro de la editorial donde trabaje. Lamentablemente, en Chile no existen editoriales independientes dedicadas exclusivamente a la narrativa infantil tradicional (no libro álbum o ilustrado), hasta donde yo sé, así que no me queda sino intentar trabajar en algo aparte con aquel editor que sí me da confianza.

        Aprovecho de decir que hace tiempo leía tu blog, pero nunca me había animado a comentar.

        Saludos.

      • En lo referente al asunto de los videojuegos, es precisamente la colaboración entre ejecutivos que no saben de videojuegos y desarrolladores que sí saben lo que está a punto… de hacer implotar la industria tal y como se la conoce. Para más señas, y para aquellos que sepan inglés, un artículo elaborado por trabajadores de la industria que explica por qué es mala idea que alguien que no sabe tome las decisiones creativas: http://www.cracked.com/article_20727_5-reasons-video-game-industry-about-to-crash.html

      • elsaaguiar said

        Siempre es malo que alguien que no sabe tome decisiones creativas. Y siempre es bueno que alguien que sí sabe participe en esas decisiones, si puede y le dejan. Independientemente de lo que ponga en su tarjeta de visita.

  2. Gedeón McHale said

    No entiendo muy bien la propuesta o la llamada a la acción. ¿Se trata de adoctrinar a los niños ya desde pequeños, metiéndoles de matute nuestras opiniones sobre cuestiones políticas y sociales como si fueran principios indiscutibles? ¿O se trata de decirles a los escritores de Literatura Infantil y Juvenil qué y sobre qué tienen que escribir? Sinceramente, creo que un texto de Andersen, o de Dahl, o de Oscar Wilde, siguen estando hoy plenamente vigentes, porque se refieren a emociones humanas que no se modifican con el tiempo sino que forman parte del sustrato profundo del alma humana. Otra cosa es que la Literatura Infantil y Juvenil moderna en general sea malísima y tienda a tratar a los niños, no como a niños, sino como a imbéciles, pero eso no se resuelve proponiendo nuevos temas. Lo que esa Literatura necesita no son nuevos temas, lo que necesita es talento y eso, por desgracia, no está en la lista que aparece en el artículo.

    • elsaaguiar said

      Gracias por tu aportación, Gedeón, porque abre la puerta a un debate muy interesante. Tal como yo lo veo, no debemos pecar de ingenuos: no existe una narrativa neutra, porque tanto si el autor es consciente de ello como si no, toda obra de creación es vehículo de transmisión de unos valores, que en unos casos forman parte del “plan” del autor y en otros se derraman en la obra de forma más o menos involuntaria. Por poner de ejemplo a dos autores que tú mismo citas: el tema “si las órdenes de la autoridad son contrarias a tu conciencia, desafía a la autoridad por institucionalizada que esté” es recurrente en Dahl, y Wilde se metió en graves problemas por visibilizar el amor homosexual y hacer que personajes con rasgos positivos lo profesaran, en una época muy poco propicia para ello. Aunque coincido en que hoy en día hay intentos muy “meritorios” por hacer una narrativa libre de valores 🙂 al final es difícil que los valores del escritor no acaben vehiculados en el texto, a través de modelos de comportamiento más o menos velados. Luego, unos calificarán ese texto de “formativo” si esos valores coinciden con los suyos, o lo tildarán de “adoctrinador” si no tienen su simpatía… la diferencia solo es de punto de vista.
      Sobre el tema del talento, callado está dicho que es necesario, aunque no está incluido en la lista como no lo está la correcta ortografía o la concordancia de género y número entre el sujeto y el verbo. Por otra parte, acerca de qué es talento y qué no lo es, «dos españoles, tres opiniones»…

  3. Guillermo García Lapresa said

    Como miembro de una generación más joven, me da la sensación de muchas de estas cosas llevan ya tanto tiempo en nuestras vidas que no tiene excesivo sentido centrar tramas o temas en ellas (con salvedades, claro, como puede ser la identidad digital). Para nosotros, que nos hemos visto rodeados por ellas desde que tenemos uso de razón, una historia que centre su trama en las redes sociales, en la globalización, la virtualización o los videojuegos sería tan extraña como para ti una historia que se centre en, por ejemplo, el teléfono fijo o la televisión en color.

    Donde sí veo un filón magnífico es en la subcultura del fan fiction. Tengo contacto directo con mucha gente de muchos fandoms distintos y me consta que hay un volumen de gente muy considerable que no entiende por qué nadie escribe (o, más bien, da luz verde) a una historia basada en ellos (o ellas, porque la gran mayoría son mujeres).

    Estoy hablando de entre cien y doscientas mil personas muy interconectadas a través de múltiples medios online que leen y escriben de manera casi compulsiva y que están acostumbradas a colaborar entre sí para llevar a cabo eventos multitudinarios. Sinceramente, se me escapa la razón por la cual nadie ha decidido aprovechar aún semejante filón. No sólo por el simple negocio, sino porque se trata de un público mucho más abierto a tratar temas «conflictivos» que suelen dar problemas en, por ejemplo, libros orientados a colegios. Es un universo entero de posibilidades que ahora no se aprovecha.

    Me alegra mucho que saques el tema cuando nadie más lo hace. En mi opinión, la editorial que invierta tiempo y esfuerzo en dirigirse a este grupo de personas se llevará el gato al agua en el futuro. Entiendo que nadie lo haya hecho aún, porque se trata de un colectivo hermético y bastante invisible. Pero están ahí, son muchas, son listas y están deseando que se les haga caso.

    Un placer leerte, aunque sea tan de vez en cuando.

  4. Mateo Queteveo said

    Hola Elsa. Muy interesante tu post y el debate que puede conllevar. SI crees ver un nicho no ocupado por los temas que citas, puede ser porque no ha interesado todavía a editores y por lo tanto, los autores no han creído necesario recalar en ellos (y sí en territorios más cómodos y conocidos). Por otro lado, tal vez si se escriben con estas indicaciones tan precisas, las historias desprendan un halo de oportunistas, de poco auténticas, de querer ser «cool». No sé… yo creo que los personajes y lo que les sucede, si están situados en el tiempo actual, incluirán de una forma u otra preocupaciones del mundo contemporáneo, así como reflejarán el uso de las nuevas TIC de forma natural.

    Aprovecho la oportunidad para comentarte que me encantaría que conocieras el argumento de una historia, que precisamente (mira por dónde), puede encuadrarse en mi último párrafo.

    Un cordial saludo.

  5. Consolación Pérez Serna said

    Buenas a todos, yo también suelo leer el blog, pero es la primera vez que me «atrevo» a escribir en él.

    Quizás me ha tocado la fibra. Recuerdo que quiero ser escritora desde, puf, creo que los 6 años, cuando hice una maleta con un bocadillo de pan con chocolate y decidí fugarme de casa para recorrer el mundo y tener historias fascinantes que poder escribir, ya que la temática costumbrista se me antojaba anodina (verídico jaja, pero me pilló mi madre saliendo por la portilla de mi casa y se fastidió el intento).

    Precisamente libros que me fascinaron continúan siendo referente entre los más pequeños: El secreto de la arboleda y Fray Perico y su borrico. Son historias que divertían a un niño de los ochenta, noventa, y lo harán dentro de treinta años, estoy segura. Porque entran en la horquilla de la inocencia a la que los niños nos tienen acostumbrados a esa edad, pero, el tema que se trata es literatura juvenil en estado «neto», o tal vez «bruto», sin aditivos, ni conservantes o colorantes. Realidad pura y dura. Es ahí donde un autor debe engancharse a lo que mueve a los jóvenes, y ello a la vanguardia, muchas veces «pese» a los editores (no te ofendas Elsa, jeje).

    Lo infantil es estático, lo juvenil dinámico, porque los jóvenes comienzan a construir su identidad, y lo hacen en relación a su ámbito social, una espiral que no para que ellos se monten y para lo cual han de andar siempre a carreras, tras lo moderno, lo que otros manejan o dominan, e incluso a veces, trascendiendo lo establecido para innovar o adelantarse a los otros como ellos.

    La literatura juvenil es amor, hormonas, adrenalina y novedad. En el límite con la literatura «adulta», lo cual es complicado para un autor cuando no quiere pecar de excesivo o subversivo y «pasarse» porque depende del criterio de un editor que acoja su obra, y se vea fascinado por ella. Supongo que un escritor consagrado o con un golpe de fortuna, puede en su caso, elegir si toma o no, estos temas que propones, como camino. Un novel, no lo creo. Se necesitan referencias para saber si se escribe bien o no, y un escritor novato va a tientas, a ciegas, le llevan la inspiración, ambición, ilusión, de la mano, como un perro guía que nadie ha entrenado antes. Un perro guía improvisado, del cual nos debemos fiar, que presume ser de cualquier raza, no la más idónea, y pese a ello insistimos en caminar tras sus pasos, aun sabiendo que nadie lo ha instruido. Pero, por lástima, ese perro guía nos pierde por ciudades inmensas, y no tenemos la dirección para llegar a destino, como un autor que mantenga relación con cualquier editorial.

    Hace años intenté sin éxito mover una novela «adelantada a su tiempo» y lo único que sucedió fue que vacié mis bolsillos, ilusiones, y tiempo (tres años para completar una primera vuelta de editoriales y respuestas, en la que no faltaron los ánimos, el «sigue así, vas bien», cartas que daban esperanzas pero en el último momento, «guardamos tus datos para una colaboración futura», y un «lo sentimos» con críticas favorables, procesos concluidos y el «no» final a la hora de publicar, tal vez, ¿cobardía?).

    Un escritor novel es difícil que se atreva con la ruptura de la temática costumbrista que suele salir premiada en todos los concursos de literatura infantil, y en innumerables ocasiones en juvenil. Salvo si viene del mercado anglosajón, en cuyo caso sí que se vuelven los editores para buscar, entre los patrios, aquel que se parezca a lo que ya triunfó fuera. ¿Qué hice? Estudiar psicología, licenciarme, casarme, tener hijos, y diez años después volver a la carga. Llevo la literatura en el ADN. A medio camino entre lo que se edita y lo que creo que se necesita. Sigo concursando porque los premios son la mejor opción, ahora que nadie recibe manuscritos sin solicitud previa, pero veo que los jurados continúan fallando los temas de siempre. Y yo me pregunto: ¿nadie se salió del tiesto? No me lo creo.

  6. Gracias Elsa por tus recomendaciones.
    He tardado un tiempo en escribir para darle vueltas al tema. Desde mi punto de vista, es complicado escribir sobre algo que no sale de tus necesidades propias como escritor. Sí es cierto que debería haber una reflexión sobre las nuevas tecnologías y los cambios que conllevan, desde la diferencia que surge en el modo de aprender hasta los modos que provoca en las maneras de interrelacionarse, sin embargo lo veo más situado en un texto de carácter ensayístico. La literatura siempre ha tendido a lo apocalíptico en estos temas y de ahí surgen las distopías. De este tipo encontrarás numerosas, más aún tras el boom de Los juegos del hambre. Yo llegué tarde y cuando me iban a publicar una novela de este tipo, surgieron mil más. La mía era muy posterior, pero como he dicho, tardaron mucho en decidirse y está en el cajón. Sí salen estas situaciones y temas pero como último término y de una forma crítica.
    En fin, necesitamos urgentemente una reflexión sobre estas nuevas tecnologías. El siglo XXI va aún más deprisa que el XXI dando validez a todo nuevo invento. ¿Alguien sabe lo que dura la atención de una persona de hoy en un solo tema? Su mente estará leyendo, mirando internet, recibiendo mensajes…en un continuo devenir.
    http://novelainfantilyjuvenil.blogspot.com.es/search/label/El%20clon%20de%20la%20felicidad

  7. ¡Hola Elsa! Guardo esta entrada de blog para trabajar sobre ella. A mis chicos les digo que para mí se ha producido un corte dentro de lo que se califica como LIJ: por un lado están los libros de puro consumo y por otro los que mandamos los docentes que mezclan formación y entretenimiento.
    Yo me siento capaz de escribir esos libros. Conozco a los nuevos lectores como profesora que soy, me he formado en LIJ, pongo el alma en charlas, recitales, presentaciones etc pero necesito una editorial que confíe en mí y me ayude a dar el salto…
    Te animo a que conozcas mi trabajo http://www.mariajesusjuan.com
    Un abrazo.

  8. PSG said

    Elsa, tu reflexión está muy bien; pero quizá pidas demasiado. Desde luego, has destapado la caja de Pandora.

    La actual Revolución de la Información está modelando los cerebros de los usuarios, en especial los de los más jóvenes y permeables. Fomenta cierta clase de asociación de ideas; pero se carga o simplifica en exceso la capacidad analítica propia de un buen libro de texto estructurado. Fomenta la democracia; pero también fenómenos de lo más irreflexivos, basados en el puro impulso a golpe de pajarito azul (twitter). La velocidad de la vida ha aumentado de forma exponencial, casi todo se ha vuelto fugaz e inaprensible. Los antidepresivos y los ansiolíticos son los medicamentos más recetados del mundo; de seguro, este fenómeno anda conectado a todo lo anterior. Los niños cada vez acuden antes al psicólogo, pero tienen de todo. La vida familiar ya no sigue unos ritos basados en la estabilidad social, no de la misma manera.

    Ahora ponte a trabajar con este caldo, como escritor de LIJ digo, que es mi caso. Y quizá hasta daría igual que te mandáramos los originales que solicitas. Porque no te servirían para nada: a las dificultades que te subrayo, te añado una ya abrumadora: encajar con el sistema de valores de la editorial correspondiente. Eso es casi imposible si no te orientan ellos. Un santo grial. Cuando un desconocido gana un premio relevante, lo que ha hecho —adrede o no— es encajar dentro de un esquema editorial preestablecido, aunque este no sea tan férreo. No sé si acierto en este punto.

    Otros participantes ya han apuntado algo así en esta entrada tuya. Quiero incidir en que un escritor es una persona que, de alguna manera, tiene una mirada sobre la sociedad. Cuando todo el mundo mira de frente la misma cosa, el escritor se echa un poco a un lado para variar el ángulo, simplemente porque se pregunta si no habrá una cara oculta que igual merezca ser mostrada, independientemente de que luego le quede una composición divertida, una comedia. Y creo que algunos escritores están preocupados por la actual ruptura, y casi están más motivados porque no se pierdan los valores buenos del pasado reciente que por retratar la locura que se nos viene encima. (Hablo como un carca, vale.) Incluso sospecho que a muchos escritores les motiva la idea de conectar ese pasado del que hablo con el futuro, y no tanto con el presente.

    A mí, me viene grande el reto que planteas; escribo como buenamente puedo y ya más por diversión que por otra cosa. Aprovecho para daros las gracias por haberme hecho un hueco en una iniciativa tan variada (y elástica) como La primera vez que…

    • Consolación Pérez Serna said

      No puedo estar más de acuerdo contigo. Lo único que me gustaría es animarte, paradójicamente a través de lo que justamente, nos suscribas o quizás pongas en cuarentena.

      En el mundo actual, creo que no se necesita estar en todo (es algo inviable), pero sí conocer el modo de filtrar los recursos de que disponemos o solo elegir aquellos con los que estemos identificados, por motivación intrínseca o necesidad ideológica, no simplemente por borreguismo y temor a quedar fuera de algo.

      Somos únicos, y debemos estar orgullosos de ello. Ese es el mensaje que se transmite a los niños desde la literatura infantil de hace décadas, para que se sientan seguros y cómodos, sin embargo luego les obligamos a introducirse de forma abrupta en el mundo adulto que no se rige por esa norma, sino por la de plantear la uniformidad.

      Yo también colaboré con «La primera vez que…», y te digo que no dejes de escribir si lo que deseas es ser profesional, y que lo continúes haciendo convirtiéndolo y no, en el centro de tu vida.

      En mi declaración de intenciones puse que mandaría manuscritos a editoriales hasta 2060 (cuando tenga 80 años), si es que llego 😀 ¡Que espero llegar!

      El error es creer, que mientras se intenta, debes dejar tu vida de lado, pues es la vida propia de la que, precisamente, se nutre el escritor. Es más importante todo lo demás que el sueño idealizado. Y más importante el sueño cumplido que todo lo demás alcanzado. El sueño ha de ser motor solamente mientras se define como expectativa. Aunque lo sea por el resto de tu vida.

      No concibo mi vida renunciando a ser escritora, porque, en el momento en que abandone, sí que tendré la certeza de que jamás podré serlo. Mientras tanto, tú sigues ahí.

      Cuando la suerte nos alcance, que no nos anote una falta por estar ausentes.

      Te dejo este enlace:

      El Camino del Exito – LuzuVlogs

      • PSG said

        Consolación, primero de todo, gracias por tu comentario y por el vídeo que me adjuntas. Estaba de acuerdo en todo de antemano.

        Quisiera aclararte: yo nunca dejaré la escritura, simplemente porque tengo una visión dramática y narrativa de la vida. Y me divierte escribir. Es, además, lo único que sé hacer medio bien. El resto de las cosas las hago fatal; misteriosamente, eso sí, me dan de comer. (Así que el mundo no debe estar muy bien organizado.)

        Lo que pasa es que, para mí, ser profesional era hasta hace no mucho una de las cosas más importantes. Después de ciertas experiencias recientes, ya no, ha quedado muy abajo en mi escalafón de prioridades, aun cuando me pueda hacer ilusión. Ahora, por tanto, disfruto de la escritura sin plazos, sin prisas, sin agobios, sin la necesidad de demostrar nada a nadie, no al menos como antes.

        Tendrás que hacerte tú profesional por mí. Además, será muy pronto: he releído tu original para La primera vez que… y me ha gustado tanto como en la anterior ocasión. Antes de lo que crees, me firmarás tus originales.

  9. elsaaguiar said

    Al menos, no somos los primeros en vivir una situación de «tecnopánico», y seguro que no seremos los últimos. Un abrazo. 🙂

  10. Rusta said

    Leí esta entrada cuando la publicaste, pero se me había pasado comentar. Como siempre, un tema interesantísimo.

    Pasé mi infancia y adolescencia leyendo novelas realistas. Lo hago notar porque creo que influye bastante en mi punto de vista: por edad, «debería» haber formado parte de la generación Harry Potter, y a menudo me encuentro con que muchos lectores de mi quinta sienten predilección por el género fantástico y aborrecen las historias sobre el día a día. Yo, claro, discrepo: me parece que el conseguir que una historia parezca interesante depende de las manos del autor y no tanto del género al que pertenezca. Por eso no estoy de acuerdo con eso que comentaba alguien sobre el hecho de que los temas que expones resultarían anodinos en una novela.

    Precisamente recuerdo que, de niña y adolescente, me gustaba sentirme identificada con el personaje, y de este modo disfruté de la Carlota de Gemma Lienas, la Kris de Enriqueta Antolín, la Eva de Manuel Valls, la Susi de Christine Nöstlinger, etc. En definitiva, personajes contemporáneos a mí misma, con experiencias en las que me podía reflejar. También recuerdo que leí bastantes libros sobre la anorexia, los malos tratos, las violaciones, el acoso escolar, el racismo y otros temas que estaban a la orden del día. Aunque pueda sonar exagerado, siempre he pensado que esas lecturas me ayudaron, no solo a entender mejor esas cuestiones, sino a ser más observadora y comprensiva cuando detectaba situaciones parecidas a mi alrededor.

    Y estos temas hay que renovarlos de forma constante para que el lector de hoy pueda seguir identificándose, para que pueda seguir entendiendo mejor algunas circunstancias del presente a través de la lectura. Alguna vez leí -creo que en el blog de Jorge Gómez Soto- que el escritor no debe escribir sobre su propia infancia, porque los lectores son los niños de ahora, que en el fondo pueden tener las mismas inquietudes, pero su entorno ha cambiado y eso debe tenerse en cuenta. Estoy completamente de acuerdo con esto.

    Has hecho una lista tan completa que ahora mismo no se me ocurre nada que añadir. Quizá la actualización de algunos temas que ya existen desde otro enfoque, para normalizarlos: por ejemplo, que un personaje homosexual o inmigrante aparezca tratado como uno más, sin caer en el cliché de la diferencia (o, al menos, sin que toda la novela gire alrededor de esa diferencia). Tengo un proyecto que se relaciona con alguno de los puntos que has planteado, pero será a largo, largo plazo, así que mucha suerte con esa búsqueda de manuscritos :).

  11. Pedro said

    Hola, Elsa.

    Mira, yo soy escritor, pero antes lector y , a mis 14 años (lo cual no dice mucho en mi favor) creo que muchas obras de la literatura juvenil actual pretenden vendernos la misma historia de triangulo amoroso una y otra vez. Y eso aleja a los lectores masculinos, como yo. Aun así, si una historia de amor esta bien contada, no tengo ningún problema.
    El premio de literatura juvenil de este año, César Mallorquí, dijo en una entrevista que con 14 años se puede leer cualquier cosa. Creo que no hay que decirles a los chavales «no toméis droga, que es malo» sino hacérselo ver a través de los personajes. Eso si, bien.
    Ademas, creo que aunque una historia sea sencilla, se puede contar de muchas formas. Por ejemplo, la novela El Nombre del viento (propiedad de la competencia) es para todos los públicos, en el sentido de que gusta a niños y mayores, y eso que es una historia de fantasía, que, a pesar de ser un genero del que hay novelas maravillosas, sigue creando recelo en la sociedad española.

    Ustedes tienen buenos libros. A mi madre le encanto 5 panes de cebada, publicado hace muchos años en la fantástica «Gran Angular». Es una colección maravillosa. Creo que debería potenciar sus «joyas ocultas».

    Por otro lado, también soy un «escritor en practicas» y me gustaría
    presentarme a su premio Sierra i Fabra. Por eso, me gustaría pedirle algún consejo en cuanto a estilo: los errores mas comunes y así. Gracias.

    P.D. Empece a escribir gracias a Memorias de Idhún. Gracias por publicarlas.

    • elsaaguiar said

      Hola, Pedro
      Aquí puedes encontrar unos consejos generales http://www.literaturasm.com/Concursos_literarios.html.
      Después de estos nueve años de premio Jordi, te diré que hay tres errores muy comunes: intentar contar historias complicadísimas que al final se van de las manos, estilo ampuloso y lleno de palabras raras (que parecen sacadas del word sinónimos) e historias tan alejadas de la realidad y de la experiencia del escritor que al final resultan inverosímiles
      ¿Un consejo? Naturalidad. ¡Suerte!

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